Y les dijo: Cuando
oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada
día, dánoslo hoy.
Y perdónanos nuestros
pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal.
Les dijo también:
¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo,
préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí
de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y
aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está
cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?
Os digo, que aunque no
se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se
levantará y le dará todo lo que necesite.
Y yo os digo: Pedid, y
se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que
pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué padre de
vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar
de pescado, le dará una serpiente?
¿O si le pide un
huevo, le dará un escorpión?
Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
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